Llueve demasiado como para salir. Hace frío, es noviembre, y no un noviembre de Barbados o Bora Bora. Es noviembre en Londres. Mi única gasolina es el chocolate caliente, y un grueso abrigo y un débil paragüas mi única protección. Sin embargo me apetece deleitarme con el color rojo de las viejas cabinas telefónicas, quiero oler ese característico perfume de los árboles de Hyde Park y además quiero inspirarme, quiero ver arte plasmada en trozos de tela.
Decidido. Voy a ir a Covent Garden, voy a ir a Lucy in Disguise.
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